10.4.09

"Había una vez una nena que le decían Caperucita porque llevaba una capa con un gorro que le había tejido su abuela en su telar.Caperucita estaba encantada con su abrigo, ya que al usarlo se sentía caliente y protegida y además era rojo, su color favorito."

"Jo fue la primera en despertarse al amanecer gris de la mañana de Navidad. No había medias colgadas delante de la estufa, y por un momento se llevó tanto chasco, como una vez, hacía ya mucho, que su mediecita se había caído al suelo por estar muy llena de regalos. Entonces recordó lo que su madre había prometido, y, metiendo la mano debajo de la almohada, sacó un librito encuadernado en rojo. Lo reconoció muy bien, porque era una bella historia de la vida más perfecta que jamás pasó por el mundo, y Jo sintió que era un verdadero guía para cualquier peregrino embarcado en el largo viaje de la vida." Luisa May Alcott




Dicen los árabes que nadie puedeleer hasta el fin el Libro de las Noches.Las Noches son el Tiempo, el que no duerme.Sigue leyendo mientras muere el díay Sharazad te contará tu historia.»Jorge Luis Borges-comentario de Galaxia Gutenberg
"Creo que el principito aprovechó la migración de una bandada de pájaros silvestres para su evasión.
La mañana de la partida, puso en orden el planeta. Deshollinó cuidadosamente sus volcanes en actividad, de los cuales poseía dos, que le eran muy útiles para calentar el desayuno todas las mañanas."
Antoine de Saint-Exupéry










" Más allá de Sacramento, el tren, después de pasar las estaciones de Junction, Roclin, Aubum y Colfax, penetró en el macizo de Sierra Nevada. Eran las siete de la mañana cuando pasó por la estación de Cisco. Una hora después, el dormitorio era de nuevo un vagón ordinario, y los viajeros podían ver por los cris­tales los pintorescos puntos de vista de aquel monta­ñoso país. El trazado del ferrocarril obedecía los capri­chos de la sierra, yendo unas veces adherido a las faldas de la montaña, otras suspendido sobre los preci­picios, evitando los ángulos bruscos por medio de cur­vas atrevidas, penetrando en gargantas estrechas, que parecían sin salida. La locomotora, brillante como unas andas, con su gran fanal, que despedía rojizos fulgores, su campana plateada, mezclaba sus silbidos y bramidos con los de los torrentes y cascadas, retor­ciendo su humo por las ennegrecidas ramas de los pinos. " Julio Verne



"Pero no podíamos detenernos. Había que seguir al capi­tán, que parecía dirigirse por senderos tan sólo por él cono­cidos. El suelo ascendía sensiblemente y a veces al elevar el brazo lo sacaba por encima de la superficie del agua. Luego, el nivel del banco descendió de nuevo caprichosamente. A menudo debíamos contornear altas rocas de formas pira­midales. En sus oscuras anfractuosidades, grandes crustáce­os, apostados sobre sus altas patas como máquinas de gue­rra, nos miraban con sus ojos fijos, y bajo nuestros pies reptaban diversas clases de nereidos alargando desmesura­damente sus antenas y sus cirros tentaculares." Julio Verne

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